domingo, 31 de agosto de 2014

Good morning, Vietnam


Good Morning Vietnam estrenada en 1987, es una Comedia dramática dirigida por Barry Levinson y protagonizada por Robin Williams, Forest Whitaker, Bruno Kirby, Robert Wuhl, Noble Willingham, Tung Than Tran, J.T. Walsh.

Good Morning Vietnam es una de las mejores películas en la carrera del irregular Barry Levinson que a su vez le debe mucho al extraordinario trabajo de su protagonista principal, Robin Williams.

Good Morning Vietnam es una película ligera, de fácil digestión, hecha para lucimiento de Robin Williams, que logra uno de los mejores papeles de su vida, interpretando a Adrian Cronauer, un locutor charlatán con pilas duracell al que el ejército adora, pero sus superiores no. Es una película convencional que, siendo el marco la guerra de Vietnam, pasa de puntillas sobre el tema centrándose en la confrontación que mantiene Cronauer con sus superiores, debido a su carácter rebelde, arrollador y simpático, muy lejos del anquilosado conservadurismo de las élites militares.

Resulta casi imposible no ver las similitudes entre el personaje al que da vida aquí Williams y aquel otro al que el actor interpretará sólo unos años más tarde en la estupenda El club de los poetas muertos. Si en aquella película de Peter Weir, Williams desafiaba con su comportamiento las normas y la férrea disciplina de un colegio privado de la América puritana de los años 50, en este film pone en jaque nada menos que a las autoridades del ejercito estadounidense desplazadas al Sudeste asiático para participar en la Guerra de Vietnam.

En ningún modo es “Good morning, Vietnam” una película bélica –de hecho, no se dispara un solo cartucho, pese a un puñado de escenas con acción –, y el público puede encontrar algo parecido a una crítica hacia lo puritano y formal que se muestra el Ejército americano en una situación tan delicada, hacia el distanciamiento entre mandos y tropa.

Humor y música son los ingredientes principales que componen este cóctel llamado Good morning, Vietnam. Destaca por supuesto una excepcional banda sonora con una gran selección de temas de la época con una perfecta funcionalidad además -otro montaje de imágenes con el What a Wonderful World de Louis Armstrong de fondo que sobecoge profundamente. De acuerdo que su humor podía haber sido mucho más ácido y corrosivo, y que su discurso contra los convencionalismos que critíca podía haberse hecho menos obvio; a cambio la película transmite un buen rollo increíble y - a pesar de que el tono final es de tragicomedia- con momentos francamente divertidos e incluso hilarantes. El encargado de poner ese buen rollo es Robin Williams -que entiendo puede llegar a cargar a muchos- en un papel que parece hecho a la medida, y que no sólo lo emparenta con el profesor Keating de la citada El club de los poetas muertos sino también con el parlanchín genio de la lámpara a quien el actor puso voz en el Aladin de Disney.



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